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24 febrero 2009

Pasadena, 6 de junio de 1982. Tres canciones con Joan Baez a favor del desarme nuclear

Un momento de la actuación de Dylan y Baez en Pasadena.

Fue un año 1982 de sequía interpretativa para Bob Dylan y, a excepción de algunas colaboraciones con amigos, sólo queda contar con ésta, invitado por Joan Baez, para participar en el concierto a favor del desarme nuclear celebrado el 6 de junio en el Rose Bowl de Pasadena y que, bajo el lema Peace sunday rally, reuniò a 85.000 personas y a una pléyade de músicos que compartieron el cartel del siempre abroncado tema de las armas nucleares. Joan Baez había iniciado su set con Do right, all night, man, para seguir con Warrior, of the sun, el tema de John Lennon Imagine, y la bellísima canción compuesta por ella y dedicada expresamente a Dylan, Diamonds and rust. Para la interpretación de las tres siguientes llamó al juglar de Minnesota, presentándolo como "Robert", el nombre de pila de Dylan.



Impresionante imagen del aforo del Rose Bowl de Pasadena
repleto de público asistente al concierto.

Bob Dylan sólo interpretó tres temas en una actuación calificada de irrelevante por los críticos musicales. La cinta que circula de este set constata muchas de estas impresiones, que entonces contribuyeron a incrementar las sospechas acerca del declive de la carrera de Dylan como músico pero que, afortunadamente, sólo se trató de un espejismo. El dúo, que en un tiempo fueron señalados como el rey y la reina del folk, empezó su actuación con el tema With God on our side, y aquel gesto encendió entre el público velas contestarias de antaño, una canción acorde a las colaboraciones mutuas de ambos músicos y a una letra que habla de las consecuencias de las guerras. Por decisión propia, Dylan decidió incorporar al repertorio el tema de Jimmy Buffet A pirate look at forty, poniendo así la nota inédita de la interpretación de esta canción, la cual no he vuelto a escucharle en directo. El final fue, cómo no, Blowin' in the wind, acorde al sentido de protesta del concierto. Creo que la presencia de ambos músicos fue de una grandeza testimonial y la interpretación, si no brillante y con gatillazos en el sonido, sin duda emocionalmente comprometida.


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