Dylan, en un momento de su actuación en el RAH el 26-11-2013. |
Cuarenta y siete años, casi medio siglo después de su contestada gira de 1966 con The Band por el Reino Unido y París, Bob Dylan regresó esta semana al mítico escenario del Royal Albert Hall londinense. Más de quince mil personas han asistido al elegante teatro de South Kensignton durante los tres días de actuaciones —las entradas estaban vendidas desde hace tres meses— para contemplar la magia de uno de los más grandes artistas de la música contemporánea. Con su concierto de anoche, el legendario Bob, impecablemente vestido y atildado con una oblonga blanca, echó el telón a los viejos fantasmas de ópera guardianes de los abucheos de un tiempo pasado, cuando sus actuaciones se desarrollaban mitad en clave acústica y el resto en acordes eléctricos que desataban por desigual afectos y pasiones.
Hoy el público alberga una sensación ajena al desencuentro del sesenta y seis, aunque cercana a la indiferencia a tenor de los últimos conciertos europeos. Un clamor sugiere al juglar a imprimir un cambio de táctica en sus directos. Músico sorprendente por naturaleza, Dylan suele últimamente ofrecer una imagen donde predomina la rutina sobre la espontaneidad, anclado a unas canciones interpretadas en sistemáticas secuencias, incómodamente previsibles. La excepción estuvo en el Atlántico de Roma, donde Dylan cambió radicalmente el libreto en las dos actuaciones de noviembre. Conciertos, en suma, que se salvan por el buen hacer de una espléndida banda y al retrato en sepia de esa figura legendaria que es Dylan y que el público respeta. Una gira ésta de 2013 salpicada de excepcionales luces durante su primer tramo, allá por la primavera estadounidense con un Duke Robillard que imprimó templanza y un acertado toque blusista al libreto. Desavenencias personales o profesionales provocaron su salida del grupo apenas comenzados los conciertos del tour AmericanarmA durante el verano. La incorporación del guitarrista Colin Linden no trajo nuevos aires a la banda, mientras que el regreso de Charlie Sexton a la gira europea se vio solapado por larguísimas secuencias de canciones melódicas que ralentizaban los conciertos en su recta final.
Escucha aquí el concierto completo
del 28 de noviembre en el Royal Albert Hall.
Another Selfportrait en vinilo. |
Dani Vázquez. |
"Visita a Berlín la semana pasada, ciudad que no conocía. Cuando me desplazo a Europa para disfrutar de Dylan, suelo elegir ciudades diferentes para conocer en primer lugar, y sobre todo para que me pueda acompañar mi mujer, ya que el motivo inicial no le satisface del todo, a veces no es tan fácil de encajar, por eso hemos repetido algunas. No sé como afrontar esta humilde crónica, ya que el regusto no ha sido del todo satisfactorio, me viene a la mente la sensación de la gira española de 2006, de la que volví defraudado. Para empezar, encuadro el lienzo y su ubicación; el lugar elegido para los conciertos me parece perfecto, local pequeño, creo que de reciente construcción, dos mil personas sentadas en grada y debajo los fieles de pie, otros dos mil. El hotel a quinientos metros, en fin... Buena acústica, no hubo que pelear puestos de salida, se veía perfecto, podías llegar a las birras, nada de empujones, gente civilizada, ambiente perfecto para disfrutar de un concierto. La pena es que no hubo concierto, y voy a ser duro a partir de ahora. Como bien decía otro gran dylanita, Edu, repetimos dos conciertos calcados en cuanto al set, primer y gran fallo, no hay sorpresas, algo que siempre hemos tenido como un gran valor cuando asistimos a sus conciertos. En segundo lugar, la selección de temas se hace tediosa, un concierto que no despierta emoción, se apaga cual vela, y en ningún momento tienes la sensación de remontada. Como ejemplo pongo el concierto que vi en Londres en 2007 con mi buen amigo Mac, en donde presentaba los temas del Modern Times, pero tocó Just Like Tom Thumb, Blind Willie y un Nettie Moore impagable, y entre medias un Chimes of Freedom, It's all right ma, etcétera. Ahora encadena una serie de temas lentos, sin emoción, me faltaron Thunder o Highway o LARS. El piano tiene que controlarlo, se ceba —dicho tal cual—, tiene a Charlie entre el batera y el pedal, cuando el año pasado en Bilbao era el alma de la fiesta. De la voz no hablo, el primer día fue un desastre, el segundo se tomó el brebaje verde que tiene a su alcance cerca del Oscar y sonó mejor. Highwater, Love Sick sonó como siempre, pelos de punta, y Long and Wasted years. Desastres y por orden Tangled up in blue, Soon after midnight, sobre todo el primero. Como reflexión y para finalizar: la voz no vuelve, creo que tiene que medir el número de conciertos anuales y buscar la selección de temas que es lo que nos ha enganchado a todos los que le seguimos y le seguiremos. Esto no es un punto final, creo que para el que año viene tocará España. Allí estaré."
Allí estaremos, Dani, larga vida al viejo Bob.
No hay comentarios:
Publicar un comentario