The lonesome death of Hattie Carroll. Muere Zantzinger, el asesino de Carroll
William Zantzinger killed poor the Hattie Carroll
With a care that the twirled around his diamond ring finger…
William Zantzinger mató a la pobre Hattie Carroll con un bastón que giraba en torno al diamante de su anillo. Así empezaba Bob Dylan una canción que jamás ha dejado de interpretar, sin ir más lejos la ha mantenido hasta el final de su gira el año pasado. Yo se la escuché en el concierto de Jaén -al que asistí el 5 de julio-, aunque lamentablemente el sonido del micrófono se rompió a mitad de la canción. Hattie Carrol tenía 51 años, 11 hijos y un cuadro clínico hipertenso cuando fue abordada en su trabajo por el joven Zantzinger (dueño de una plantación de tabaco e hijo de un constructor de Washington), quien le agredió con su bastón al considerar que no estaba siendo bien servido por la camarera: "When I order a drink I want it now, you black bitch!, ("Cuando encargo una bebida la quiero al momento, perra negra")le espetó, entre arrogante y mundano. La mujer murió la mañana del día después. La información del New York Times sobre el caso llamó la atención de Dylan, quien entonces preparaba las canciones para su tercer album, The times they are a-changing. La composición y grabación de Hattie Carroll (Dylan la terminó durante el otoño d 1963 en un café de la calle 72 de Nueva York) llegó a tiempo para ser incluida en la maqueta final.
Willian Zanziger mató a la pobre Hattie Carroll,
con un bastón que giraba en torno al diamante de su anillo
fue durante un fiesta en un hotel de Baltimore
alguien llamó a la policía y le quitaron el arma
luego fue arrestado y llevado a comisaría,
le acusaron de asesinato
pero quienes filosofáis sobre el mal y criticáis el miedo
quitaos la careta
aún no ha llegado el momento de las lágrimas.
Zanzinger tenía veinticuatro años
y seiscientos acres de tabaco
sus padres ricos le protegen
y tiene contactos en la política, en Maryland.
Se encongió de hombros tras los hechos
maldijo indiferente y con lengua de perro
y rápidamente salió con fianza.
Hattie Carroll era camarera
tenía cincuenta y un años y tenía diez hijos
llevaba los platos y sacaba la basura
y jamás presidió una mesa.
Jamás dirigió la palabra a los clientes
sólo retiraba la comida de sus mesas
y también vaciaba ceniceros
fue asesinada por un golpe de bastón,
que se alzó en el aire y se abatió sobre ella,
fatalmente destinado a acabar con lo más dulce.
Nada le había hecho Zanzinger
En el tribunal el juez golpeó su mazo
para demostrar que nadie escapa a su imparcialidad
que la vara del derecho no se dobla ni se quiebra
que también los grandes son tratados como se merecen
cuando la policía los detiene,
que la escala de la ley no tiene arriba ni abajo
mirando fijamente a quién mató
por antojo y de improviso
habló el juez gravemente
y enérgico castigó infamante
a William Zanzinger a seis meses de prisión.
Quiénes filosofáis sobre el mal
Quitaos la careta
aún no ha llegado el momento de las lágrimas.
Escucha aquí la versión de Dylan en el concierto en el Carnegie Hall
de Nueva York la noche del 26 de octubre de 1963
(Pies de foto: Hattie Carroll; recorte de prensa sobre su asesinato, que sirvió de inspiración a Bob Dylan para componer la canción, y a la derecha, Zantzinger es conducido por la policía a la prisión donde iba a cumplir su irrisoria condena) . Fotos: New York Times
2 comentarios:
Es una buena cancion que merece la pena seguir interpretando. hay mucho arrogantge en este mundo, racistas y violentos.
En cada estrofa repite "Take the rag away from your face, now ain't the time for your tears" (Quítense el pañuelo de su cara, aún no es el momento de las lágrimas) como 'espérense, eso no es lo peor'.
Pero al final de la última estrofa, al final de la canción cambia a "Bury the rag deep in your face, now it's the time for your tears" (Entierra ese pañuelo profundo en tu cara, este es el momento de las lágrimas), diciendo indirectamente que el asesinato no fue todo el caso, sino la injusticia con la que se trató en el tribunal (al paradójicamente darle sólo 6 meses de sentencia mientras el juez alardeaba igualdad).
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